La hiponatremia: Una pesadilla para el internista (Parte I)

La hiponatremia: Una pesadilla para el internista (Parte I)

El llamado de enfermería

El reloj marca las 11: 30 pm y al celular del turno ya casi descargado de tanto sonar le entra la llamada que no podía faltar. Un reporte de laboratorio que llego a manos de la jefe de enfermería indica que el paciente de la habitación 413 tiene un registro de sodio de 123 meq/L. Ella sabe que sin duda esta hiponatremico y que sin duda la hiponatremia es severa, por lo que hace la llamada ganadora, la llamada al medico Internista del turno.

El churrasco tipo argentino recién puesto en la mesa que chispotea aun y que ha activado la fase cefálica de la digestión del Doctor y la de su residente es interrumpido por ese molesto “timbrazo”. — “¿habitación 413 ? , perfecto , dame unos minutos y allí estaré. “. El residente pasa saliva, no solo por el churrasco, si no por no recordar el infinito algoritmo de la “maldita hiponatremia” que se viene como “pregunta segura” ahora que entren a esa habitación.

Se llama Juan …Tiene una pancreatitis

El cuarto piso esta calmado. Hay un silencio que solo es roto por las intempestivas subidas de volumen del televisor del paciente de la habitación 408 que “Nunca Duerme” según dice Ana, una de las auxiliares de enfermería que acompaña a la Jefe. El paciente del llamado, el de la 413 , Se llama Juan, y a sus 44 años tiene una pancreatitis de origen alcohólico, o al menos eso indica el análisis que juiciosamente ha hecho el servicio de gastroenterología al descartar otras causas posibles tales como la hipertriglicerdiemia , el origen biliar , traumático, medicamentoso y otros. La historia de alcoholismo al parecer fue corroborada con la información de familiares cercanos, dentro de ellos su esposa.

Un paciente de aproximadamente 170 cm de estatura, trigueño, con cejas encontradas y poco cabello descansaba en esa habitación. El residente encendió la luz y el Medico internista procedió a la presentación protocolaria explicándole el motivo de aquella visita. Acto seguido , el paciente saco su mano de las cobijas en un gesto amistoso dándosela al Internista quien noto de inmediato un temblor que casi dejaba de ser fino y que se acompañaba de una voz tartamudeante que ponía en evidencia la abstinencia lejos del preciado líquido: El alcohol en este caso. Pudo notar también en aquel primer minuto que su mano era tibia, seca y al parecer bien perfundida.

Juan, para sorpresa de los dos Médicos no tenía un historial de comorbilidades importantes salvo el consumo de alcohol. Nunca había sido intervenido quirúrgicamente , no tomaba medicamentos de forma crónica o usual y aunque sorprendente , su perfil metabólico seguía poco alterado aun con la ingesta de licor tal como lo demostraba un reciente estudio de tres meses atrás al que el internista tuvo acceso durante el interrogatorio. En la exploración seguía quedando en evidencia un alto nivel de estrés y ansiedad típicos de la abstinencia alcohólica.

El examen físico revelo una mucosa oral casi seca en un paciente que por lo demás cada 4 horas recibía opioides para el manejo de su dolor. Unas escleras normales y con un discurso muy coherente en el interrogatorio. Un examen cardiopulmonar completamente normal, con exploración abdominal dolorosa a la palpación superior, sobre todo profunda y solapada por la analgesia. Leve distensión con historia de estreñimiento desde el inicio del opioide. No había datos de hepatopatía crónica y al seguir el examen, se insinuaba un discreto edema de miembros inferiores solo visible en la zona pretibial.

Una mirada penetrante…”Jaque” al residente

Parte de las fichas estaban puestas. Un paciente con cerca de 6 días de estancia , en manejo de una pancreatitis alcohólica , con un cuadro de abstinencia y estrés aumentado además por el dolor el cual estaba en manejo opioide y con unos hallazgos en los que cabria perfectamente :

  1. Una volemia efectiva disminuida (hipovolemia), típica de la pancreatitis.
  2. La presencia de sobrecarga hídrica por una reanimación vigorosa de los últimos días que explicaba un ligero edema encontrado (hipervolemia),
  3. Ni lo uno, ni lo otro y para fines prácticos , era un paciente euvolemico ya redistribuido y corregido.

Con esto en mente, el Medico internista no dudo en mirar el residente con aquella penetrancia que lleva implícita la pregunta : ¿Que hay que hacer ?.. a lo que el residente respondió en ese destello de luminosidad trayendo a la habitación en 1 segundo con su respuesta cientos de artículos y revisiones que han concluido lo mismo : –“Miremos que osmolaridad plasmática tiene ..luego le digo el resto”.

Alberto Gonzalez Robles.

Medico internista

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Resumen

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